Cuando una empresa se encuentra en las primeras etapas de crecimiento es difícil estimar cuál es su valor en términos financieros. La escasa trayectoria de las startups impide que puedan utilizarse métodos de valoración tradicionales que tienen en cuenta parámetros económicos como la facturación y métricas sobre su éxito en el mercado, puesto que estos datos son casi o totalmente inexistentes en una compañía que aún no tiene un producto maduro y que acaba de empezar a desarrollarse.